María Felipa: una escuela que cambia la forma de enseñar en Brasil
Una propuesta educativa que pone en el centro los saberes afro e indígenas y busca transformar la enseñanza desde la identidad.
En Salvador de Bahía, una de las regiones con mayor población afrodescendiente de Brasil, nació una escuela que decidió romper con los modelos tradicionales. Su nombre es María Felipa, en homenaje a una mujer negra que luchó por la independencia del país. Lejos de los métodos convencionales, esta institución plantea una educación que parte de la memoria, la cultura y la representación como pilares del aprendizaje.
La escuela fue fundada por un grupo de educadoras negras que identificaron una deuda histórica en el sistema educativo brasileño: la ausencia de referentes afro e indígenas en los contenidos escolares. Su propuesta es clara: enseñar las materias tradicionales —como matemáticas, arte o ciencias—, pero integrando la historia y los saberes de los pueblos originarios y afrobrasileños. Así, la identidad deja de ser un tema marginal y se convierte en el eje de la enseñanza.
En las aulas de María Felipa, los niños aprenden a través de proyectos que conectan la teoría con la vida cotidiana. Las clases incluyen talleres de cocina tradicional, música, narración oral y exploración del entorno. La escuela también trabaja con las familias, promoviendo una educación comunitaria que refuerza los vínculos culturales. Aquí, la historia no se memoriza: se vive.
El impacto ha sido notable. En pocos años, la escuela creció en matrícula y demanda. Muchas familias viajan largas distancias para inscribir a sus hijos, atraídas por un enfoque que combina conocimiento académico con orgullo identitario. Además, una parte de las vacantes se reserva para estudiantes becados, lo que permite que niños de distintos contextos socioeconómicos compartan el mismo espacio educativo.
Más allá de la enseñanza, María Felipa cumple un rol social profundo: reparar heridas históricas. En un país que aún enfrenta desigualdades raciales estructurales, esta escuela representa una forma concreta de resistencia. Los niños no solo aprenden sobre el mundo, sino también sobre su lugar en él. Aprenden a reconocerse y a valorar los saberes de sus ancestros.
Hoy, el modelo de María Felipa inspira a otras iniciativas en distintas regiones de Brasil y abre el debate sobre cómo transformar la educación pública. Su existencia demuestra que otra forma de enseñar es posible: una que parta del respeto por la diversidad, la justicia y la memoria. Una escuela que, al rescatar el pasado, está ayudando a construir un futuro más justo.
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