El tango, el mejor aliado contra el parkinson
Una milonga porteña usa la danza para transformar la rehabilitación del párkinson.
En el centro de Buenos Aires, en el histórico salón El Beso, se desarrolla desde 2018 un taller llamado “Tango y Párkinson”, creado por los bailarines y danzaterapeutas Verónica Alegre, Laura Segade y Manuco Firmani. El proyecto invita a personas con párkinson a participar junto a voluntarios en clases de tango que buscan algo más que baile: movilidad, seguridad motora y comunidad.
En cada sesión, los participantes comienzan sentados, trabajan estiramientos, ejercicios de conciencia corporal y respiración. Luego avanzan al “caminar al compás”: desplazarse hacia adelante y hacia atrás, cambiar de peso, moverse en pareja bajo el abrazo característico del tango. Este tipo de movimientos se consideran clave para quienes viven con Parkinson, ya que enfrentan problemas con la marcha y los bloqueos motores.
El programa incluye a personas diagnosticadas en etapas tempranas o intermedias de Parkinson, e integra familiares o amigos como voluntarios de pareja de baile. Esa estructura dual —paciente y voluntario— genera un entorno social que no solo trabaja lo físico, sino también lo emocional: los participantes dejan de sentirse únicamente como “pacientes” y pasan a actuar como “bailarines”, lo cual transforma su rol y su relación con la enfermedad.
¿Por qué funciona? Porque el tango exige atención al ritmo, al otro, a la precisión del paso y a la mirada compartida. Caminar hacia atrás, abrazar, cambiar de dirección: todos movimientos que la enfermedad afecta. Así, la danza se convierte en una práctica terapéutica que estimula redes cerebrales, mejora la marcha —incluso en el bloqueo motor conocido como “freezing”— y fortalece la confianza del cuerpo para moverse nuevamente.
Los resultados del taller cuentan historias de transformación: participantes reportan mejor estabilidad cuando caminan, menos temores al desplazarse sin apoyo, mejoras en la postura y la energía cotidiana. Emocionalmente, muchos afirman que recobraron la sonrisa, la motivación y un sentido de pertenencia en comunidad. El programa demuestra que la rehabilitación no es solo cuestión de médicos y medicinas, sino también de movimiento, arte y vínculo social.
Esta iniciativa en El Beso representa una convergencia de cultura, ciencia y humanidad. Lo que empezó como una idea experimental hoy inspira a profesionales del movimiento y del arte a replicar el modelo en otros centros. Porque esta milonga no solo enseña tango: demuestra que con música, paso a paso, se puede recuperar libertad, movimiento y esperanza.
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