Salvar los páramos para proteger la vida

Colombia posee más del 50 % de los páramos del mundo, y de estos, más de la mitad está en riesgo de desaparecer.




Los páramos, son ecosistemas únicos de alta montaña que se encuentran exclusivamente en seis países: Venezuela, Ecuador, Perú, Costa Rica, Panamá y Colombia, siendo este último el que posee una mayor extensión.

Estas fábricas de agua, son indispensables para la supervivencia humana, ya que proveen de agua a más del 70 % de la población. Estos ecosistemas, actúan como esponjas reteniendo agua en épocas de lluvia y liberándola gradualmente, lo que ayuda a mantener un flujo constante para consumo humano y actividades económicas. 

Además, son ricos en flora y fauna, con especies endémicas adaptadas a las condiciones extremas de altura. Ayudan a mantener el equilibrio ambiental y tienen una alta capacidad para almacenar carbono, por lo que también mitigan los efectos del cambio climático.


Gracias a su función como reguladores hídricos, son fuentes vitales de agua dulce para millones de personas, la agricultura y la generación de energía. Además, sirven para reducir los efectos de eventos climáticos extremos como inundaciones y sequías. 

Pese a su importancia, este ecosistema está fuertemente amenazado por la minería, la ganadería intensiva, la agricultura extensiva, la contaminación, los incendios forestales y el mismo cambio climático.

Solo en Colombia, país que posee más del 50 % de los páramos en todo el mundo y tiene el más grande, el Páramo de Sumapaz, se estima que el 56 % del territorio de páramos está en riesgo, lo que también representa una gran amenaza para la población.


De los páramos, se provee de agua a 16 millones de colombianos en 16 ciudades, pero, los continuos incendios forestales que se registran en el país cada año han causado una pérdida que podría ser irreversible.

Para hacerle frente a esta crisis, organizaciones como Cumbres Blancas, dirigida y creada por Marcela Fernández, se han propuesto proteger, preservar y salvar los páramos. Aunque su propósito principal es proteger los glaciares, esto lo logran salvaguardando los páramos.

Para ello, la organización mediante diferentes actividades como expediciones, jornadas y campañas educativas, promueve la protección de este tesoro natural. Además, ha desarrollado un programa donde, mediante la creación de viveros para sembrar frailejones, se pueden restaurar los páramos.


Los frailejones, son torres vivientes de agua, absorben la humedad de la niebla y la conducen al suelo por medio de sus tallos, razón por la cual juegan un papel importante en la regulación del suministro de agua del páramo y de los glaciares.

Su función principal es mejorar el ecosistema, pues a través de los “pelitos” que tiene en sus hojas absorben la humedad de la neblina y la liberan a través de sus raíces cuando hay sequía, permitiendo que el agua circule a quebradas, lagunas y ríos.

Pero los frailejones, al igual que los páramos son supremamente frágiles. Crecen entre 1 y 2,5 cm por año, por lo que pueden tardar hasta 100 años en alcanzar su tamaño real. Por ello, su destrucción implica una pérdida sin precedentes.


Por eso, Cumbres Blancas se ha propuesto sembrar nuevos frailejones para garantizar la permanencia de los páramos. No obstante, su proceso de cultivo es tedioso y frágil, pueden tardar hasta dos años antes de que estén listos para ser trasplantados.

Mediante alianzas públicas y privadas, la ONG que ya tiene presencia en ocho países, ha logrado crear viveros en diferentes zonas del país, y prevé la siembra de más de 5.000 frailejones para recuperar los páramos.

Así no solo están salvando y protegiendo los páramos, también los glaciares, pero por sobre todo, se garantiza la protección de un ecosistema vital para la supervivencia humana, pues proteger los páramos es proteger el agua y preservar la vida.


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