Colombia lideró la mayor restauración de arrecifes en los océanos de América Latina.
Para nadie es un secreto que las consecuencias del cambio climático son cada día más preocupantes y avanzan más rápido. El aumento de la temperatura, especialmente en el océano, pone en riesgo a miles de especies, entre ellas los arrecifes de coral.
Estos organismos son muy importantes para la vida marina y humana, ya que albergan una gran diversidad de especies y desempeñan un papel crucial en la protección de las costas. Aunque están distribuidos en todos los océanos del mundo, se encuentran principalmente en aguas cálidas y poco profundas.
Colombia, el segundo país más biodiverso del mundo, por ejemplo, alberga más de 180 mil hectáreas de corales, de estas el 79 % se encuentran en el Caribe, especialmente en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, las Islas del Rosario, Parque Nacional Natural Tayrona y Parque Nacional Natural Los Corales del Rosario y de San Bernardo.
Aunque el país alberga un gran porcentaje de los arrecifes a nivel mundial, como en el resto del planeta estos ecosistemas están en riesgo, pues se estima que al menos el 60 % de ellos están bajo algún tipo de amenaza.
El mayor problema que enfrentan es el blanqueamiento, un fenómeno que se produce principalmente por el aumento de la temperatura del mar, o cambios en la química del agua, lo que produce estrés en este organismo expulsando las algas que viven en su interior.
Estas algas simbióticas (llamadas zooxantelas), son las que les dan color a los corales, por lo que al ser expulsadas, los corales quedan con sus esqueletos blancos, frágiles y con un alto riesgo de morir. Además, el coral también puede decolorarse por otras razones como mareas extremadamente bajas, contaminación o demasiada luz solar.
En este estado, estos organismos pueden vivir muy poco tiempo, por lo que en la mayoría de veces los arrecifes terminan muriendo. Que los corales mueran significa una gran pérdida para todo el ecosistema marino, ya que sirven de hábitat, refugio y alimento para miles de especies.
Además, a medida que los ecosistemas de arrecifes colapsan, las especies que ya están en riesgo pueden enfrentar la extinción. Al tiempo, el blanqueamiento de los corales afecta el sustento de vida, la seguridad alimentaria y la seguridad de las personas, pues estos sirven de barreras naturales que reducen la fuerza de las olas y de las mareas de las tormentas, ayudando a que las comunidades costeras se mantengan más seguras.
La buena noticia es que los arrecifes pueden recuperarse. Por ello, en 2021, el Ministerio de Ambiente colombiano, junto con otras organizaciones, lanzaron el programa Un millón de corales para salvar este ecosistema.
Mediante este proyecto, se capacitó a pescadores e isleños como jardineros de coral. Ellos, se sumergen entre los arrecifes que se han dañado por efecto del oleaje, los huracanes y la acción del ser humano. En su recorrido bajo el agua recogen fragmentos de corales que han caído sobre la arena para sembrarlos en un vivero submarino, en donde los cuidan hasta transformarse en jóvenes colonias.
Durante seis meses, los pequeños corales son supervisados permanentemente, los limpian y cuidan para que otro organismo no pueda comérselos. Una vez están listos y se encuentran en condiciones saludables, estas pequeñas colonias son trasplantadas en los arrecifes para recuperar su población y ayudarlos en su restauración.
El proceso de incubación se realiza sobre camas de vivero que se realizan con tuberías plásticas de PVC, las cuales reciben esos fragmentos. Allí, los especialistas los preparan con pequeños tubos que encajan entre sí y que, ya en el proceso de trasplante en el arrecife, funcionan con bases que se fijan en la roca con resina epóxica.
Allí, la pequeña colonia sigue creciendo hasta convertirse nuevamente en un gran arrecife lleno de vida. Mientras el coral crece, también llegan otros organismos como esponjas, crustáceos y peces, lo que es una señal de un ecosistema sano.
A través de esta técnica se lograron cultivar un millón de fragmentos de coral y restaurar 200 hectáreas de arrecifes en el Caribe colombiano. El proyecto contó con una inversión 8450 millones de pesos, y se convirtió en una inspiración mundial, pues además recibió varios premios internacionales.
Ahora esta iniciativa buscará replicarse en más territorio marino colombiano, pues aunque tuvo un gran éxito, es solo un primer paso para frenar el deterioro y amenaza que hoy tienen los corales a nivel mundial.
En ese sentido, tanto la comunidad científica, el gobierno y los isleños, están comprometidos en seguir aportando a esta causa, para volver a restaurar el ecosistema y llenar de vida nuevamente el océano.